La estrategia Net Zero busca reducir el efecto invernadero y, con él, las consecuencias del cambio climático.
Cambio climático y efecto invernadero. Son dos expresiones con las que todos estamos familiarizados desde hace tiempo. Últimamente, además, se oye hablar cada vez más de Net Zero o cero neto. ¿Sabes en qué consiste y para qué sirve? Una pista: tiene mucho que ver con los dos términos que mencionábamos al principio de este párrafo.
Un planeta que se recalienta
Antes de hablar de Net Zero, vamos a recordar las consecuencias del efecto invernadero y el cambio climático: aumento de la temperatura media del planeta, deshielo de los polos, veranos con mayores temperaturas… Todas esas noticias que ves día sí, día también, son derivadas de esos dos problemas.
¿Y por qué sucede esto? Porque, desde la aparición de la era industrial, hemos afectado al equilibrio que permite a la naturaleza mantener las condiciones de temperatura adecuadas para la vida.
Antes de la era industrial ya se producían dióxido de carbono (CO2) y metano, procedentes de animales, plantas o fenómenos naturales como los volcanes. Entonces, se mantenía un equilibrio entre su generación y su consumo por parte de las plantas. Esto es lo que facilita que haya unas concentraciones en la atmósfera y en las aguas adecuadas para la vida, que ahora se ven afectadas. Desgraciadamente, ya dejan notar sus efectos sobre el clima.
¿Significa esto que antes no había efecto invernadero? En absoluto. De hecho, siempre ha existido un efecto invernadero natural. Las “condiciones adecuadas” para la vida que mencionábamos antes se producen porque los rayos del sol inciden sobre la superficie de la tierra, que absorbe parte de ellos, mientras que otros se reflejan. De estos, una parte se vuelve a reflejar hacia la superficie por los gases de efecto invernadero, mientras que el resto sale hacia el espacio. Este proceso es el que sirve para que la energía de los rayos de sol mantenga una temperatura media del planeta.
¿Y cuál es el problema? Que, con la llegada de la era industrial, han aumentado considerablemente las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero — metano, óxido nitroso y gases fluorados, entre otros—. Esto aumenta su concentración en la atmósfera y, con ella, la cantidad de rayos reflejados que sale hacia el espacio disminuye. Como consecuencia, el efecto invernadero aumenta y también lo hace la temperatura media del planeta.
Desde el principio de la era industrial este aumento de la temperatura es de cerca de 1,5 ºC de media. Puede parecer pequeño, pero se da a escala mundial. Sus efectos también son grandes: veranos más calurosos, temporadas extremadamente secas y otras de grandes tormentas, los polos derritiéndose…. Es lo que conocemos como el cambio climático.
El problema con el CO2
El dióxido de carbono (CO2) es el gas de efecto invernadero más conocido y de mayor volumen emitido, aunque no es el que mayor potencial de calentamiento global tiene. Se produce a partir de combustiones en las industrias y en el sector residencial —quemadores, calderas…— y del tráfico rodado, entre otras fuentes. El efecto de todos los gases de efecto invernadero se mide en referencia a toneladas equivalentes de CO2, que engloban todos los gases de efecto invernadero —no solo el CO2—.
De ahí es de donde surge el término Net Zero, que implica realizar una serie de acciones que reduzcan las emisiones de estos gases. El objetivo: lograr que la temperatura media del planeta no suba por encima de 1,5ºC, según el Acuerdo de París.
Ese acuerdo, firmado por países de todo el mundo, incluye el compromiso de reducir las emisiones en un 45% para 2030. En 2050, habrá que alcanzar el Net Zero. Es decir, la cantidad de gases de efecto invernadero que se emita para entonces a la atmósfera deberá ser la misma que la que se retira. Se trata de devolver al planeta el equilibrio que ya tenía.
El camino a Net Zero
Gobiernos, empresas, entidades financieras, ciudades, instituciones educativas… todos colaboran en la reducción de emisiones. Lo hacen mediante la aplicación de medidas para su reducción y la investigación de nuevos métodos que permitan alcanzar Net Zero.
Por supuesto, TotalEnergies es una de las empresas que colaboran plenamente para reducir las emisiones de efecto invernadero. La compañía trabaja para conseguir que esa reducción sea efectiva y se alcance lo más rápidamente posible. Una labor que se extiende tanto a sus propias instalaciones como en su colaboración con proveedores y clientes.
Evidentemente la idea es reducir las emisiones nuevas de CO2. Una de las mejores estrategias consiste en promover la economía circular, de la que surgen ideas como estas:
- Optimizar el uso de la energía y su distribución.
- Reducir las pérdidas energéticas en las instalaciones.
- Uso de energías alternativas en las que no se utilicen productos que contengan carbón: energías geotérmicas, eléctricas, nucleares…
- Uso de energías obtenidas a partir de productos reciclados —residuos animales, vegetales o de otros tipos—.
- Uso de productos que tienen carbón en su composición, pero con menos emisiones de CO2, como el gas natural.
- Uso de combustibles que no contienen carbón, como el amoniaco o el hidrógeno.
- Recogida de emisiones de CO2 en las mismas fábricas para utilizarlo como producto intermedio en la fabricación de productos.
- Reforestaciones para promover el consumo de CO2 por las plantas.
Todas estas acciones se dirigen tanto a reducir emisiones nuevas de CO2 como a disminuir las que ya están en la atmósfera.
De hecho, Net Zero implica reducir las emisiones y, cuando esto no es posible, buscar alternativas que eliminen esas emisiones. Así es como se logrará una disminución de los gases de efecto invernadero que se encuentran en la atmósfera, reduciendo su concentración y, con ella, el cambio climático y sus consecuencias.