Total te explica para qué sirven estos sistemas y cómo influyen en la vida útil de un coche.
Si llevas algún tiempo leyendo este blog, ya sabrás que en Total creemos que utilizar un lubricante de calidad que se ajuste como un guante al motor del coche es esencial para que se mantenga en plena forma. Los propios fabricantes de coches también lo creen así, por eso establecen una serie de pruebas que los aceites de motor deben superar para asegurar a sus clientes que los elementos lubricados durarán el máximo tiempo posible, con las mayores prestaciones y un consumo de energía adecuado. Estos test se llaman homologaciones.
¿Recuerdas que te habíamos hablado de ACEA y sus normas, que nos sirven para fabricar lubricantes al milímetro? Pues las homologaciones completan esas exigencias en su labor de asegurar el buen funcionamiento del motor y su duración mediante el uso del producto adecuado para el uso adecuado.
Estas pruebas que fijan los fabricantes se pueden realizar a todos los elementos en contacto con el aceite: motor, cajas de cambio, diferenciales, retarders, sistemas hidráulicos o engranajes industriales, entre otros.
¿Cuántas homologaciones de lubricantes existen?
Actualmente existe una cantidad enorme de homologaciones en el mercado. Resulta lógico, ya que los fabricantes quieren minimizar el riesgo de que se presente una avería por el empleo de un aceite inadecuado.
Piensa que el fabricante se juega su prestigio y que el simple hecho de que exija una homologación a productos que entran en contacto con el corazón de sus vehículos implica que el riesgo de avería disminuya. Así es como asegura a su cliente que el coche que ha comprado tendrá una vida prolongada, algo que favorece considerablemente su imagen de marca.
De esta manera, en el sector de la automoción nos encontramos que las marcas más vendidas disponen de su propio sistema de pruebas, por eso existe tal cantidad de homologaciones.
¿Cómo se realizan las pruebas?
Imagínate que una marca de coches quiere homologar un aceite de motor en particular. Lo que hará el constructor de vehículos será utilizar el producto durante un año o dos -o bien durante 100.000 o 200.000 kilómetros- en una flota de automóviles y seguirá de manera escrupulosa las indicaciones de mantenimiento.
Una vez cumplido el kilometraje indicado, se desmonta el motor y se recogen muestras de aceite.
El desmontaje del propulsor se realiza para tomar datos relacionados con el desgaste de piezas como pistones, segmentos, válvulas o cojinetes, y con los depósitos presentes en ellas. También permite verificarlas visualmente y comprobar si existen decoloraciones por efecto de temperaturas o los diferentes tipos de desgaste a que se ven sometidas, así como las posibles formaciones de barros o lodos, entre otras posibilidades.
En cuanto a las muestras de aceite, se toman para comprobar la evolución de las características del propio lubricante (viscosidades, TBN, infrarrojos, carbonillas, gasóleo en el aceite…). Esto sirve para para determinar el estado del producto y si es capaz de alcanzar o superar los intervalos de cambio de aceite establecidos por el fabricante.
Al mismo tiempo se verifica el desgaste del motor mediante el control de los diferentes tipos de metales que se encuentran en el aceite. Como estos proceden de las piezas con las que está en contacto el lubricante, el fabricante puede ver la capacidad de protección de ese producto en concreto.
Los datos obtenidos gracias a estos análisis se comparan con los mínimos de calidad establecidos por el fabricante del vehículo para cada uno de los ensayos de la norma, de tal manera que el fabricante comprueba si son superados o no. El constructor solo dará su aprobación a los productos que superen los límites establecidos. Lo hará mediante la llamada carta de homologación o su inclusión en sus listas de productos aprobados, que en muchas ocasiones se pueden consultar a través de internet.
¿Qué suponen las homologaciones para los lubricantes?
Si te preguntas qué consecuencias tiene la realización de estas pruebas en los propios lubricantes, lo cierto es que los sistemas de homologación de los fabricantes conllevan un aumento de calidad continuo para los aceites de motor. Esto se debe a que las propias homologaciones evolucionan en función de los nuevos motores y los avances tecnológicos que traen consigo.
Las homologaciones que establecen los fabricantes son la mejor manera de asegurarte la calidad del producto y, por tanto, de que no vas a tener problemas mecánicos por emplear un lubricante de calidad diferente a la que demanda tu coche. Por eso, si ves una determinada norma en el libro de mantenimiento, debes exigir su cumplimiento cuando compras un lubricante o llevas el vehículo a un taller. Por ejemplo, en el caso de un modelo de Volkswagen, podrías ver que la norma que debe cumplir el aceite es la VW 504.00/507.00.
Fíjate si será importante este aspecto, que la garantía del vehículo que da el fabricante depende de que el aceite cumpla una determinada norma. Si no es así, el fabricante puede rechazar asumir la garantía ante una avería.
¿Te hemos convencido ya de lo importante que es utilizar aceites de calidad adecuados al motor de tu coche? Por si todavía te quedan dudas, en próximos artículos te contaremos más detalles sobre las homologaciones como qué ocurre si cambia la fórmula de un lubricante, la diferencia que existe con las recomendaciones y qué ocurre si el constructor del vehículo no cuenta con normas propias.
2 comentarios en “Homologaciones o cómo saber si un lubricante da la talla”
Entonces si VW recomienda para mi carro un aceite con homologación 502 / 504 / 507 y el que quiero ponerle trae homologación 505, no puedo usarlo ??
Buenas, está mezclando varias normas. La 504/507 se aplica a vehículos desde 2008, especialmente para todos los vehículos de gasoil con filtros de partículas. Las 502 y 505 son para vehículos anteriores. En el caso de los vehículos diésel estos no llevarían filtro de partículas.