Filtrar correctamente el aceite es muy importante para prolongar la vida de los motores.
Ya sabes que, desde este blog, insistimos a menudo sobre la importancia de cambiar a la vez el lubricante y el filtro del aceite. La razón principal es que este fluido, a su paso por las distintas partes de un circuito, acumula distintos contaminantes. Por eso conviene que el filtro funcione perfectamente, ya que es el que se encarga de retener buena parte de ellos.
Igual que la sangre por los órganos del cuerpo humano, el aceite circula por una serie de componentes en un circuito de lubricación. A su paso, se puede cargar de distintos contaminantes, que pueden tener tres orígenes: minerales, como en el caso de la sílice (tierra o arena, por ejemplo), vegetales o sintéticos (escamas de pintura o fibras) y metálicos. En este último caso se encuentran las partículas de desgaste de piezas de fundición o metales amarillos.
¿Qué ocurre con estas partículas? Entre otras cosas, que cuando una de ellas llega al lugar menos adecuado y en el momento más inoportuno, puede provocar una avería grave. Por eso es tan importante retenerlas a tiempo.
Efecto de desgaste
Uno de los efectos más temidos de las partículas es el del desgaste que pueden provocar a su paso a través de los circuitos. Este puede ser abrasivo y también por fatiga debido a una situación repetitiva. El grado del daño causado no se relaciona únicamente con el tamaño de las partículas, sino también con su dureza, así como con el tamaño de los espacios por los que pasa y las presiones del aceite en cada punto del circuito.
Para medir y cuantificar la presencia de partículas se emplean habitualmente dos estándares: la Clase NAS o “de contaminación”, que determina un conteo de partículas en cada categoría (5-15μm, 15-25 μm, 25-50 μm, y 50-100 μm); y la norma ISO 4406/4407, cuyo rango indica el número de partículas con tamaños superiores a 4μ, 6μ y 14μ en 1 ml de muestra.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de partículas peligrosas tienen un tamaño medio de entre 6 y 14μ y, por lo tanto, son invisibles.
Un ejemplo sorprendente del efecto de desgaste de partículas en el aceite es el de las turbinas eólicas. Estas máquinas enormes experimentan grandes variaciones de velocidad y carga, además de los cambios en la dirección del viento y condiciones climáticas extremas.
En ellas, la multiplicadora es un componente crucial, mientras que los rodamientos y dientes son los elementos que se ven más afectados por el efecto abrasivo de las partículas. Aunque parezca mentira, estos pequeños elementos que no se pueden ver a simple vista pueden acabar con una multiplicadora de 20 toneladas.
Esto se debe, simplemente, a que dichas partículas tienen un tamaño ligeramente mayor que el espesor de la película de aceite que se forma entre las separaciones de juegos mecánicos. Así que desgastan las superficies por efecto abrasivo, además de aumentar las pérdidas de energía por fricción y calentamiento.
Por esto, ya se trate de una turbina de muchas toneladas o del motor de un utilitario, es muy importante evitar en lo posible la contaminación por partículas. Para ello se emplean, entre otras medidas, elementos de filtración, que en el caso de los coches son los conocidos filtros del aceite.
Insistimos una vez más: es muy recomendable que sustituyas el aceite y el filtro a la vez en tu vehículo. Además, si eliges un lubricante de calidad y adecuado a su motor, ayudarás a prolongar la vida útil de tu automóvil.