Por qué las marchas cortas influyen en el motor y el lubricante 

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Conducir en marchas cortas, la manía que daña tu motor 

Realizar esta práctica de manera continuada tiene consecuencias. Te contamos las principales. 

Meter una marcha corta para empezar a circular, superar una cuesta empinada, adelantar o maniobrar en un espacio reducido es algo que hacemos todos. Se puede decir que utilizar las marchas cortas en un coche es algo normal. Otra cosa es emplearlas de manera habitual para circular con él. 

¿Por qué? Muy sencillo: porque emplear esta práctica de manera habitual puede tener consecuencias negativas que afectan tanto al motor como al lubricante del vehículo.  

A continuación, explicaremos en qué consiste este hábito negativo de circular en marchas cortas y cómo influye negativamente en la vida útil del motor. 

¿Qué significa circular en marchas cortas? 

En primer lugar, vamos a aclarar qué queremos decir cuando hablamos de las marchas cortas. Esta expresión no solo se refiere a meter primera para empezar a circular, sino que tiene que ver con la relación entre la velocidad y las revoluciones del motor. 

Generalmente se entiende que circulamos en marchas cortas cuando lo hacemos a cierta velocidad con una marcha que se encuentra por debajo de aquella que podría propulsar el vehículo de manera holgada. Por ejemplo, si circulamos en tercera o cuarta cuando el motor podría circular en quinta o sexta sin mayores problemas. 

¿Por qué querríamos hacer esto? Pues para tener disponible bajo el pie una mayor potencia del motor de manera casi inmediata. Esto es posible porque el propulsor gira a revoluciones mucho más altas que con marchas más largas. 

Esto puede resultar interesante en ciertas situaciones. Piensa por ejemplo en la subida a un puerto de montaña o en un adelantamiento: disponer de esa potencia inmediatamente puede evitar muchos problemas. 

Forzar la máquina 

El problema es usar esta técnica cuando no es necesaria. Hay que tener en cuenta que al utilizar marchas cortas obligamos al motor del vehículo a trabajar a un régimen de revoluciones mucho más alto. Si lo hacemos durante mucho tiempo, tendrá efectos en sus distintos elementos y componentes internos, incluido el lubricante. 

Imagínate que el motor de un coche es como el corazón de un ser humano. En ese caso las revoluciones por minuto (RPM) del motor serían como los latidos del corazón, solo que en vez de sangre bombean energía a través del vehículo para mantenerlo en movimiento.  

Igual que un corazón late más rápido cuando hacemos ejercicio, el motor aumenta sus RPM cuando necesitamos más potencia. Si a ambos les hacemos esforzarse demasiado durante mucho tiempo, al final se agotarán y sufrirán daños. 

Esta es la razón por la que mantener las revoluciones del motor en un rango adecuado es crucial para cuidar su salud, de la misma manera que mantener un ritmo cardíaco saludable es vital para la nuestra. 

Consecuencias de usar marchas cortas para el motor 

Básicamente existen tres tipos de consecuencias de forzar un vehículo obligándolo a circular en marchas más bajas de las que requiere a una velocidad determinada: 

El desgaste y el consumo se aceleran 

Cuando un motor funciona a un mayor régimen de giro, los principales elementos móviles dentro de él (pistones, cigüeñal, levas, etc.) se mueven mucho más rápidamente. Es en este punto en el que nos encontramos dos posibles consecuencias no deseadas.  

En primer lugar, el aumento excesivo de la fricción y el calor puede derivar en un desgaste acelerado de los distintos componentes internos del motor. Por otro lado, si gira a un régimen más alto consumirá más combustible.  

Esto es así porque se producen más explosiones en la cámara de combustión a la vez que se debe vencer una mayor resistencia interna. Así que el motor debe consumir más energía para vencerla. 

Componentes del motor que se esfuerzan de más 

Circular durante mucho tiempo en marchas cortas sobrecarga distintos componentes del motor. Algunos ejemplos son las válvulas, los cojinetes y los árboles de levas. Todos ellos deben soportar un esfuerzo adicional y corren el riesgo de desgastarse más. En casos extremos esto puede acabar incluso en averías mecánicas importantes.  

Por ejemplo, los diferentes cojinetes del motor, que son componentes críticos para el giro suave de los diferentes elementos (cigüeñal, bielas, etc.), pueden experimentar una mayor fatiga y un mayor desgaste por fricción. Las válvulas, que son responsables de la admisión y escape de los gases en el motor, pueden deformarse o perder estanqueidad debido al calor y al esfuerzo excesivo.  

El lubricante del motor también sufre 

A estas alturas ya tienes muy claro que el lubricante del motor tiene un papel crucial a la hora de protegerlo y mantener su buen funcionamiento. Se encarga entre otras cosas de reducir la fricción entre componentes, disipar el calor y mantener el motor limpio.  

¿Te suena? Efectivamente, todo esto del calor y la fricción lo acabamos de ver entre las consecuencias de forzar el motor. Y efectivamente, abusar de las marchas cortas también tiene consecuencias para el lubricante. Te las contaremos en detalle en un próximo artículo. 

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