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Vehículo eléctrico: una historia más larga de lo que piensas

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El vehículo eléctrico nació en el siglo XIX, fue el primero en alcanzar los 100 km/h y tiene mucho futuro. Esta es su historia.

El vehículo eléctrico suena a novedad y a futuro. Está en boca de todos y no es para menos: el futuro de la automoción parece que pasará por automóviles que usan electricidad para moverse. Aunque parece que se acaban de inventar, no es así: estos coches nacieron casi al mismo tiempo que los que usan combustible o gas. Acompáñanos por un momento al siglo XIX, que tenemos cosas que contarte.

Caballos, baterías y coches eléctricos de récord

¿Ya estás instalado en el siglo XIX? Echa un vistazo a tu alrededor. Verás que los vehículos en esa época, en realidad, son carromatos movidos por caballos. Justo de ahí proceden los caballos de los coches actuales. De hecho, hoy valoramos un motor en función de los caballos que eran necesarios para mover una determinada carga.

Era una época efervescente, en la que se desarrollaban diversas fuentes de energía, como la electricidad, el vapor de agua o los combustibles. Y, por supuesto, se investigaba cómo obtenerlas y sacarles provecho.

Este contexto es el que explica que se hable de vehículos movidos por electricidad desde 1828, gracias al trabajo de inventores o desarrolladores. Incluso se desarrollaron locomotoras eléctricas.

Eso sí, quedaba por resolver un problema que te resultará familiar: el almacenamiento de la energía eléctrica. Entonces, llegaron posibles soluciones, entre ellas las baterías de ácido y plomo recargables. Estos acumuladores se desarrollaron alrededor de 1850 y fueron aumentando su capacidad de carga.

Así es como llegamos al coche eléctrico que desarrolló Andreas Flocken en 1888 en Alemania. Montaba un motor de 0,7 kW con una batería que pesaba 100 kg. Pese a este tamaño, su autonomía era muy baja.

Algo más tarde, Ferdinand Porsche desarrolló un coche eléctrico con una autonomía de 79 kilómetros y una velocidad máxima de 34 km/h. Ya en 1899, el vehículo eléctrico logró un hito de la automoción: fue el primero que alcanzó los 100 km/h. El nombre del modelo que lo consiguió era “La jamais contente” —la nunca contenta en español—.

También en esa época surgieron los vehículos híbridos, que aportaban más autonomía en el caso de que la carga de la batería se consumiera.

Las ventajas de unos vehículos bastante populares

¿Qué ventajas tenían entonces los coches eléctricos sobre los que utilizaban motores de combustión? Básicamente, menos ruidos, menos vibraciones y menos humos. Y además su arranque era eléctrico, no a manivela. Es decir, considerablemente más cómodo.

Aunque pueda parecer que tenían poca autonomía, hay que pensar que estos vehículos los utilizaba muy poca gente. Eran un lujo en una época en la que no había las carreteras actuales, sino caminos de tierra y piedra fuera de las ciudades. Tampoco es que invitaran a recorrer muchos kilómetros en un automóvil.

Dentro de ese contexto, los vehículos eléctricos estaban más presentes en el mercado de lo que parece. Un dato: en el año 1900 se fabricaron en Estados Unidos 4192 vehículos. No existían todavía las cadenas de montaje y podemos decir que eran coches fabricados uno a uno por artesanos. Bien, pues de esos 4192 vehículos, unos 1174 eran eléctricos. Es decir: un 28 % de los vehículos producidos en ese año utilizaban electricidad para moverse.

De hecho, en las grandes ciudades de EE. UU. muchas de las flotas de taxis estaban formadas por vehículos eléctricos y existían cargadores públicos donde se podía elegir la intensidad de la corriente para recargar la batería.

Incluso se crearon compañías que facilitaban el cambio de baterías: en el caso de los camiones, el fabricante vendía el vehículo y facilitaba el intercambio de su acumulador. Este es un servicio que existe hoy en Asia para las motocicletas eléctricas.

Si el vehículo eléctrico estaba tan presente, ¿por qué triunfó el de motor de combustión? Eso te lo contaremos en un próximo artículo, así que permanece atento.

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