Historia

Historia de los lubricantes: del carruaje al coche eléctrico (1)

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La historia de los aceites se remonta a muchos años atrás. Te contamos algunos de sus principales hitos.

Pocas personas se paran a pensar en la historia que hay detrás de un envase de aceite de motor cuando compran uno. Sin embargo, la lubricación es todo un arte que se lleva cultivando desde hace miles de años.

¿Te imaginas lo que sería abrir la puerta de un castillo sin algo que engrasara sus bisagras? ¿O poner en marcha las máquinas de una fábrica sin un poco de lubricante? Dejando a un lado los sonidos desagradables que saldrían de ellas, conseguir que funcionaran sería prácticamente una misión imposible.

Hoy te invitamos a que recorras con nosotros algunos de los grandes hitos de la historia de la lubricación. Es una historia curiosa, que abarca deportes, barcos, industrias que nacen y, por supuesto, medios de transporte.

3.500 a.C.

Sí, has leído bien. Se ha rastreado el origen de los lubricantes hasta el año 3.500 a.C. Los antiguos egipcios y sumerios empleaban entonces un amplio abanico de lubricantes antiguos, que abarcaba el betún, los aceites animales y vegetales o incluso el agua para reducir la fricción en las ruedas y los ejes.

Ahora que se acercan los Juegos Olímpicos, un dato curioso: en los primeros que se celebraron en el año 776 a.C., ya se usaba grasa animal para lubricar los ejes de las ruedas en las carreras de carros.

Edad Media

Cuando algún cruzado o caballero volvía a casa después de guerrear, lo último que le apetecía era ponerse a pelear con la puerta de su casa para abrirla y poder entrar. Así que en la Edad Media se empleaban ya grasas animales para lubricar los mecanismos de apertura de las puertas de los castillos y las ruedas de los carruajes.

Con la mejora de la navegación de barcos comerciales que se produjo en el siglo XV, se comenzó a utilizar aceite de ballena para lubricar las poleas y los timones de las naves.

A medida que el hierro y el latón comenzaron a sustituir a la madera en muchas piezas de las máquinas, se constató que los aceites procedentes de grasas animales ya no eran adecuados. Así que se empezó a experimentar con una mezcla de aceites animales y vegetales, de los que todavía algunos se utilizan hoy en día. Es el caso del sebo, el aceite de oliva, el aceite de ricino, el aceite de cacahuete y el aceite de colza.

Revolución Industrial y principios del siglo XX

La mecanización de la industria y el transporte llegaron con la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX. A medida que la industria textil se fue expandiendo, también lo hizo el uso de los lubricantes de esquisto y carbón para garantizar el buen funcionamiento de las máquinas.

Fue precisamente en el siglo XIX cuando se empezó a utilizar el petróleo sin refinar como lubricante. Concretamente, en 1845 y en una hilandería de algodón de Pittsburgh (Pensilvania, Estados Unidos). Allí empleaban una mezcla de petróleo crudo con aceite de esperma de ballena para lubricar los husillos.

El período comprendido entre los años 1850 y 1925 se consideró como una época de un importante progreso técnico. Entonces, los ferrocarriles se convirtieron en el foco del transporte de la sociedad. Para sus cojinetes y guías se utilizaban lubricantes líquidos. Se abandonaba así el uso de la anterior lubricación sólida a base de grasas animales.

Ya no habría que esperar mucho para observar algunos procesos avanzados en la fabricación de aceites y la intervención de los constructores de coches en el desarrollo de estos productos. Lo que ocurrió con los distintos lubricantes en el siglo pasado y en el actual te lo contaremos con más detalles en un próximo artículo.

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