Estos productos se utilizan ya en competición para sustituir al gasóleo.
Según la Unión Europea, los vehículos pesados son responsables de un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte por carretera en su territorio. Así que es lógico que uno de sus grandes objetivos consista en reducir las emisiones de esos vehículos. Una labor a la que contribuyen los biocombustibles como los HVO —Hydrotreated Vegetable Oil, aceite hidrotratado vegetal en español—.
En este contexto, el transporte está experimentando una transformación crítica como respuesta a los desafíos climáticos. Por eso es necesario desarrollar soluciones prácticas que permitan una movilidad más segura, limpia y eficiente. Los biocombustibles son un ejemplo de ello que merece ser explicado.
No reducen, pero sí compensan
En el caso de los biocombustibles, no es exactamente que reduzcan las emisiones de CO2 respecto a otros carburantes como el gasóleo convencional. Lo que sí ocurre es que las emisiones que proceden de los biocombustibles no aumentan la concentración de CO2 en el planeta.
¿Cómo se explica esto? Muy sencillo: por el origen de los biocombustibles. Estos proceden de productos que se encuentran en la naturaleza, como aceites vegetales, grasas animales, aceites de cocina o residuos vegetales, por lo que su producción supone un impacto ambiental menor.
Todo esto significa que se obtiene un equilibrio entre las emisiones que acaban saliendo por los tubos de escape de los vehículos y el CO2 que la naturaleza es capaz de eliminar a través de procesos como la fotosíntesis de las plantas.
Con la fotosíntesis, las plantas transforman la energía de la luz en energía química, en forma de glucosa (y otros azúcares) a partir de agua y dióxido de carbono. Como subproducto, liberan oxígeno.
En principio, el CO2 procedente de todo el proceso que sigue el biocombustible sería reabsorbido por las plantas, siempre que lo comparemos con un gasóleo proveniente del refinado del petróleo.
¿De dónde se obtienen los biocombustibles?
Los biocombustibles pueden provenir tanto de productos vegetales como de animales. En este caso, resultan más interesantes los biocombustibles procedentes de los vegetales. Esto es así porque los animales son intermediarios que consumen vegetales y, por tanto, la cantidad de “producto” que podríamos obtener es inferior. Es por esta razón que el interés se centra en los derivados de vegetales.
En el caso de los bioalcoholes, se utilizan en las gasolinas. Por su parte, en los gasóleos se emplean productos procedentes de las plantas. Este sería el caso del biodiésel proveniente de aceites de colza o de palma y productos residuales como el aceite vegetal de cocina o el serrín, entre otros.
Qué son los biocombustibles HVO
Para diferenciar esas dos vías dentro del biodiésel, surge el término HVO del que hablábamos al principio de este artículo. Se trata del biodiésel renovable cuya materia prima, entre otras, puede ser el aceite usado en las cocinas. Por ejemplo, una parte del HVO que se distribuye en Suecia procede de los residuos de las fábricas de papel, el serrín y la lignina.
El HVO se obtiene mediante la reacción de esas materias con hidrógeno. Para ello se utiliza un catalizador químico específico que facilita la reacción. El producto obtenido se puede mezclar con el gasóleo o utilizarse en su forma pura, que se conoce como HVO100.
Este combustible HVO100 solo se puede utilizar en algunos coches, sin embargo hay muchos vehículos pesados que ya están adaptados a este tipo de combustible. Hablamos de camiones, autobuses, maquinaria de obra pública o grupos electrógenos de las últimas generaciones.
La norma para el HVO
Los fabricantes de vehículos pesados han homologado ya el uso de HVO100 en sus modelos, siempre que cumpla con la norma europea EN 15940. Para saber si un vehículo en concreto lo puede utilizar, basta con preguntar en el concesionario o verificar la documentación del vehículo. Si es así, no hay que hacer cambios ni en el automóvil ni en sus condiciones de explotación.
Entre las ventajas del HVO100 destaca que no entran productos con azufre o aromáticos en su composición. Por tanto, tras su combustión, las emisiones contaminantes como los óxidos de nitrógeno, hidrocarburos inquemados, monóxido de carbono o partículas son menores.
Utilizarlos puede disminuir las emisiones de CO2 más del 50% si se comparan con los gasóleos totalmente procedentes del petróleo.
Un HVO para competición
El mundo de la competición ya se beneficia de las ventajas de utilizar biocombustibles como el HVO100. Concretamente, el Campeonato de Europa de Carreras de Camiones (ETRC) introdujo en 2021 un combustible proveniente íntegramente de fuentes renovables para sustituir al gasóleo. El objetivo: reducir el impacto sobre el medio ambiente de manera significativa.
El nuevo producto introducido es el biodiésel HVO100 de TotalEnergies. Lo hace como parte del nuevo acuerdo entre la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y TotalEnergies, que tiene una vigencia de 3 años. Se trata de la primera competición regulada por la FIA que lo hace. De hecho, este producto específico solo se comercializa, por el momento, para este campeonato.
Se trata de un nuevo carburante 100% sostenible, con un alto índice de cetano que mejora el rendimiento del motor en comparación con el diésel convencional. Asimismo, se reducen las emisiones en el escape y el ruido del motor por la combustión. Además, ofrece un mejor rendimiento en el arranque en frío.
Desarrollar productos cada vez más respetuosos con el medioambiente es necesario para cumplir con los objetivos de descarbonización que la Unión Europea se ha marcado. El cuidado del medioambiente y nuestra salud merecen el esfuerzo.