¿Recuerdas cuando te hablamos sobre los biocombustibles y los e-combustibles? Ambos tienen dos cosas en común: su objetivo consiste en reducir la huella de carbono de la movilidad y prácticamente todos se pueden utilizar en motores térmicos sin necesidad de adaptaciones.
En esta ocasión nos vamos a centrar en los distintos tipos de biocombustibles que existen y las ventajas que aportan.
Tipos de biocombustibles según su procedencia
Los biocombustibles se pueden clasificar de distintas maneras. Una de ellas tiene en cuenta la procedencia de la materia prima y los procesos que se utilizan para obtenerlos. Así, podemos hablar de:
– Biocombustibles de primera generación: son los que se obtienen a partir de cultivos agrícolas. Por ejemplo, a partir de aceites vegetales, como sería el caso del bioetanol y del biodiésel.
– Biocombustibles de segunda generación: estos proceden de residuos que no se destinan a la alimentación, como los procedentes de las industrias agroalimentarias y forestales, los aceites de cocina usados o la fracción orgánica de los residuos urbanos. Este sería el caso del biogás y el biometano.
Como no compiten con el sector alimentario, la Unión Europea fomenta el uso de los biocombustibles de segunda generación frente a los de primera.
Tipos de biocombustibles según su uso
Una manera más intuitiva de agrupar los biocarburantes es la que se hace en función de su uso final:
– Biocarburantes para uso en motores diésel, como son el biodiésel y el HVO.
– Biocarburantes para uso en motores de gasolina (ciclo Otto). El más empleado es el bioetanol.
– Biocarburantes gaseosos como el biometano para uso en vehículos de gas.
– Biocarburantes para uso en aviación, como el SAF.
El biodiésel es un biocarburante que se obtiene de aceites vegetales o grasas animales. Tiene una elevada densidad energética (0,884 tep/t) y se puede utilizar en motores en estado puro (B100) o mezclado con gasoil. Además, lo hace falta modificarlos: se puede usar directamente.
Eso sí, su uso en proporciones altas puede provocar problemas con las gomas y cauchos que se utilizan en el sistema, así que conviene comprobar antes si son compatibles.
Otro biocarburante que hemos mencionado, el HVO, se obtiene mediante hidrogenación catalítica de aceites y grasas de origen vegetal o animal. Sus ventajas frente al biodiésel tienen que ver con el aumento del número de cetano y una mejor estabilidad a la oxidación. También se puede utilizar en motores diésel convencionales, ya sea en solitario o mezclado con gasóleo tradicional.
El bioetanol es el alcohol etílico (etanol) que se produce por la fermentación de los azúcares presentes en la biomasa. Este biocombustible se caracteriza porque tiene un elevado contenido energético.
Su uso está indicado para motores de gasolina en mezcla directa con el combustible. Ojo: cuando se presenta en mayores proporciones (hasta un 85%) sólo podrá utilizarse en vehículos que tengan tecnología flexfuel.
El biometano procede de la purificación del biogás y tiene una composición química igual a la del gas natural. Este gas se puede inyectar en la red de gasoductos para su uso e incluso puede comprimirse en cilindros de gas para hacerlo almacenable y transportable. En Francia ya se incluye un 1% de biometano a la red nacional de metano.
En cuanto a los combustibles sostenibles para la aviación SAF, pueden llegar a ser claves en la mitigación del impacto medioambiental de este sector. Esto es así porque este combustible se produce a partir de residuos como el aceite de cocina usado o la grasa animal.
Esta es la razón por la que sus emisiones de CO2 se reducen el 90% durante todo su ciclo de vida frente a los combustibles fósiles tradicionales.
Las ventajas de los biocarburantes
Los biocombustibles presentan múltiples ventajas que los convierten en una buena alternativa a los carburantes convencionales:
– Son una fuente de energía renovable que contribuye a reducir las emisiones globales de carbono, por eso ayudan a combatir el efecto invernadero y el calentamiento global.
– Diversifican las fuentes de suministro energético porque sus materias primas son muy variadas. Esto facilita una mayor seguridad de abastecimiento energético y reduce la dependencia del petróleo.
– Son compatibles con los sistemas de transporte y distribución de los carburantes fósiles.
– Están sujetos a normas de calidad que garantizan su viabilidad técnica y su compatibilidad con los vehículos actuales del mercado.
– Reducen las emisiones de partículas nocivas y otros contaminantes.
A la vista de estas ventajas, no es sorprendente que tanto la Unión Europea como el gobierno español hayan establecido normativas para fomentar el uso de biocarburantes. Son alternativas que apuestan por la sostenibilidad en todas sus etapas de producción, desde las materias primas a los procesos implicados en su fabricación. Todo ello, sin necesidad de cambiar de vehículo.