Qué son las gasolinas BIO y por qué son tan interesantes

Las gasolinas BIO, procedentes de biomasa reducen las emisiones. ¿Conoces estos combustibles?

Seguro que has oído hablar del biodiésel, pero ¿sabías que también existen gasolinas BIO? Forman parte de los biocombustibles, productos líquidos que se pueden utilizar como combustibles y que proceden de biomasa, ya sea vegetal o animal.

Las gasolinas BIO surgen por la necesidad de reducir las emisiones contaminantes asociadas a la movilidad. Son productos muy interesantes sobre los que te vamos a hablar a continuación.

De qué hablamos cuando hablamos de gasolinas BIO

Lo primero que hay que tener en cuenta al hablar de gasolinas BIO es que son productos que se pueden utilizar directamente en lugar de la gasolina o se pueden mezclar con ella dando los mismos resultados de un producto proveniente del petróleo que cumpla la norma de las gasolinas, la EN 228

Eso, sí, en este punto conviene aclarar una cosa: debemos diferenciar las gasolinas bio de los productos de procedencia bio que se pueden añadir a una gasolina. Que no es lo mismo.

Dentro de la norma se permite el uso de ciertos productos que pueden ser bio, como son el bioetanol o el ETBE. En el caso de la norma de los gasóleos se permite el uso del FAME, un producto producido a partir de biomasa. Estos productos se añaden a las gasolinas o al gasóleo, según los máximos indicados en las normas.

¿Qué pasa cuando añadimos estos productos a una gasolina? Que se pueden alterar las características del producto final. Es por esta razón por la que se limita el porcentaje de estos productos que se puede añadir.

Esto se debe a que, en función de sus concentraciones en el combustible, pueden llegar a afectar a los niveles de oxidación de este, a la compatibilidad con los materiales del sistema de inyección, o incluso pueden aumentar el consumo de carburante.

Así que no: añadir bioetanol o ETBE, ambos de origen vegetal, a una gasolina procedente del petróleo no sirve para obtener una gasolina BIO. Las gasolinas BIO deben provenir de biomasa, sea animal o vegetal.

¿De dónde salen las gasolinas bio?

Dentro de estos las gasolinas BIO se distinguen las que proceden de biomasa que se dedica a la alimentación —denominados de primera generación (1G)— y los que salen de la biomasa que proviene de residuos, algas… Estos últimos se denominan de segunda generación (2G) y no entran en competencia con la disponibilidad de recursos alimentarios.

Lo verdaderamente interesante, por tanto, es que los combustibles generados a partir de biomasa sean de segunda generación: aceites de frituras, residuos de madera… Es decir, de todos aquellos residuos que puedan ser utilizados para su conversión en combustibles.

¿Qué objetivo se busca con el uso de estos biocombustibles? Ni más ni menos que la reducción de emisiones. Para obtenerlos se utilizan recursos renovables, en los que las emisiones de la combustión entran en el ciclo natural del CO2.

La obtención de la biomasa para este uso implica que, para su generación, las plantas utilizan el CO2 emitido, convirtiéndolo en los azúcares necesarios para su crecimiento. En el caso de la biomasa que proviene de animales estamos en el mismo caso, ya que para su alimentación se utilizan las plantas.

Emisiones y normativa

Gracias a estos procesos, las emisiones de CO2 nuevo y otros gases de efecto invernadero en el proceso global son menores a las asociadas al uso de combustibles fósiles.

Además, esto debe ser así por ley: la Unión Europea ha legislado sobre esto y ha establecido un criterio de sostenibilidad por el que estos productos deben reducir un mínimo del 50% la emisión de CO2 nuevo en el ciclo completo que abarca la creación y el uso del producto — ciclo de vida del producto o “Well to Wheel”—.

Estos criterios se encuentran recogidos en la Directiva sobre energías renovables, RED, de 2009 (2009/28/CE), que apoya la política general de producción y promoción de energía a partir de fuentes renovables en la UE. Dentro de esta normativa se diferencian los productos de segunda generación (2G) en la RED II, en el anexo IX parte A.

Esta biomasa, al ser tratada mediante un proceso de reacciones químicas catalizadas, debe transformarse en productos finales cuya composición molecular sea parecida a la de una gasolina, con prestaciones energéticas iguales. De hecho, debe cumplir los requisitos de la norma EN 208, que es la oficial para las gasolinas en toda Europa, así como todos los ensayos extra y los límites más estrictos en algunos ensayos que exige la norma de la FIA.

¿Cómo diferenciamos una gasolina BIO de una procedente del petróleo?

Este tipo de productos, los biofueles, se puede diferenciar de otros —como las gasolinas y gasóleos derivados de petróleo o los e-fueles, provenientes de reacciones de CO2 con hidrógeno— controlando la cantidad de C-14, un isótopo radiactivo del carbono, mediante un ensayo en laboratorio.

Se trata de un isótopo cuya concentración en la atmósfera —que es donde se genera— es más o menos constante y así las plantas lo absorben en una concentración determinada. Como ocurre con cualquier isótopo, tiene una vida media conocida de alrededor de 5.500 años, por eso su concentración disminuye con el tiempo.

En el caso del petróleo y sus derivados, la concentración de C-14 es cero. Y esto nos permite saber en qué porcentaje se ha mezclado el biofuel, que tendrá un valor alto, con combustible derivado del petróleo, que lo tendrá muy bajo.

Otra característica importante de las gasolinas BIO es que en su caso hablamos de combustibles que son intercambiables y compatibles con un combustible derivado del petróleo. Esto implica que se pueden incorporar sin límites a una gasolina y cumplir al mismo tiempo sus especificaciones. Por eso se pueden utilizar en las flotas de vehículos sin tener que guardar precauciones o tomar medidas especiales, como un cambio de mapeo del motor o la compatibilidad con cauchos y metales.

Las gasolinas procedentes de biomasa son una opción muy interesante para el problema de las emisiones contaminantes. Combinada con otros avances como la hibridación de los vehículos pueden ofrecer resultados muy prometedores. En este sentido, conviene optar siempre por productos de calidad contrastada y que cumplan con las especificaciones recogidas en las distintas normas.